viernes, 8 de septiembre de 2017

LA POESÍA ILUSTRADA: fábulas.

La poesía lírica fue un género en general poco valorado y cultivado en el XVIII, debido al racionalismo y el utilitarismo ilustrado y su rechazo a los excesos sentimentales (recordemos que la poesía lírica es un género caracterizado, precisamente, por la expresión de los sentimientos, algo bastante inútil, opuesto aparentemente a la razón).



No obstante, y aunque encontramos varias tendencias, los poetas típicamente ilustrados publicarán poemas con cierto afán utilitarista:

- Como ejemplo curioso, tenemos una Oda (poema dedicado a ensalzar) a la vacuna:

Tú nos abriste manantiales nuevos
de salud en las llagas, y estampaste
en nuestra carne un milagroso sello
que las negras viruelas respetaron.
Jenner es quien encuentra bajo el techo
de los pastores tan precioso hallazgo.
Él publicó gozoso al universo
la feliz nueva, y Carlos distribuye
a la tierra la dádiva del cielo.

 (Andrés Bello)

- Sin embargo, serán las fábulas en verso el género que más guste, por su didactismo recogido en la moraleja (seguro que algunas os suenan):

LA LECHERA

Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte
¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre le ofrecía
inocentes ideas de contento.
Marchaba sola la feliz lechera,
y decía entre sí de esta manera:
"Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
merodeen cantando el pío, pío"
"Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino;
tanto que puede ser que yo consiga
ver como se le arrastra la barriga"
"Llevarélo al mercado:
sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña".
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh loca fantasía!,
¡Qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre tu cantarilla la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
 

No anheles impaciente el bien futuro:
mira que ni el presente está seguro.



(Félix María Samaniego)

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