lunes, 20 de noviembre de 2017

SINTAXIS: Los valores del SE

LOS VALORES DEL SE.

  1. SE: ALOMORFO DE “LE”. Función de CI (cuando el CD también está pronominalizado)
-       Se lo di a tu padre.
-       Se lo entregué esta mañana.

  1. SE REFLEXIVO, RECÍPROCO. (con función sintáctica de CD o CI).
-       C.D. Se besan. Mis cuñados se comen a besos. Se golpearon. Se insultaron. Se pegan. Se ducha. Se peina.
-       C.I.   Se lava las manos. Se pinta las uñas. Se dan las manos.

  1. SE de VERBO PRONOMINAL, sin función sintáctica.
-       Se arrepintió de sus pecados.
-       Se olvidó de los libros.
-       Se arrodilló.
-       Lista de verbos pronominales: arrepentirse, suicidarse, atreverse, abstenerse, basarse en, escabullirse, ponerse a llorar, echarse a llorar, marcharse, irse, caerse, dormirse, morirse, llenarse de, fijarse en…

  1. SE signo de PASIVA REFLEJA. Con sujeto paciente concertando con el verbo.
-       La iglesia se construyó en 1978.
-       La novela se escribió en dos semanas.
-       Se arreglan zapatos.
-       Se alquila piso.

  1. SE signo de IMPERSONAL REFLEJA. Forma invariable en 3ª persona del singular.
-       Se vive bien en este país.
-       Se come poco y mal en este restaurante.
-       Se lee poco en España.

  1. SE. DATIVO ÉTICO O DE INTERÉS.
-       Se ha comido un jabalí; estaba muy hambriento. (Me he comido…)
-       Se ha leído el Quijote en quince días. (Me he leído…)
-       Se lo ha aprendido de memoria.



EJERCICIOS PARA PRACTICAR.

- Se admiten huéspedes.
- Se rasca la nariz en público.
- Se venden coches usados.
- Se besan en las mejillas.
- Se puso la camisa él solo .
- Se queja de todo sin ningún motivo.
- Se acordaba de nosotros frecuentemente.
- Se saludan por la calle.
- Se ha estudiado el tema equivocado.
- Se duerme bastante bien en esta cama.
- Se lo dije ayer.
-       Se mira mucho al espejo.
-       Se tapó la cara con las manos.
-       Mi hermana se ducha con agua fría.
-       Calisto y Melibea se besaron apasionadamente.
-       Se prohibieron los fuegos artificiales.
-       La cena se hará en casa de Ana.
-       Últimamente se ve mucho friki por aquí.
-       En los bares casi siempre se habla de fútbol.
-       Se pusieron sendos sombreros.
-       Se vieron las caras unos minutos.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

SINTAXIS: Repaso de la oración simple

Como apoyo al repaso que estamos haciendo en clase, aquí os dejo un resumen muy ilustrativo de la oración simple realizado por María P. Rodríguez López:



miércoles, 1 de noviembre de 2017

NOVELA REALISTA: Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa

(Mujeres Españolas, Isabel Ruiz Ruiz)

Emilia Pardo Bazán, aunque católica ferviente, fue una mujer tolerante y abierta a las nuevas corrientes del pensamiento de la época. Desde joven viajó por toda Europa, y en la crónica de sus viajes, reclamaba una europeización de España, recomendando viajar al menos una vez al año para educarse. 

Su temperamento independiente y su lucha a favor de la emancipación intelectual y social de la mujer le causaron numerosos problemas en los círculos intelectuales, mayoritariamente masculina. 

Por ejemplo, fue duramente criticada tras una serie de artículos en los que defendía el Naturalismo y la literatura francesa, que en España era considerada atea y pornográfica. Como consecuencia, su marido le pidió que abandonara la escritura, Emilia se negó y eso supuso la separación de la pareja. 

Ella continuó escribiendo y exponiendo sus ideas, muchas de ellas en clara defensa de los derechos de las mujeres ("Todas las mujeres conciben ideas, pero no todas conciben hijos"). Además, ella misma fue pionera en muchos ámbitos: fue la primera mujer en presidir la sección de literatura del Ateneo de Madrid, la primera en ocupar una cátedra de Literaturas Neolatinas en la Universidad Central de Madrid, la primera en dar una conferencia en la Sorbona, en París, y la primera corresponsal de prensa en el extranjero. Aun así, nunca pudo formar parte de la Real Academia Española de la Lengua, pues su candidatura fue rechazada hasta en tres ocasiones. 


Para conocer más sobre su vida, os recomiendo la película titulada Emilia Pardo Bazán. La condesa rebelde, donde se aprecian bien las dificultades que tuvo que superar como mujer en la época, pero también su gran fortaleza y determinación a la hora de hacer realidad sus sueños de intelectual y escritora.



Como hemos dicho, el Naturalismo influyó en sus novelas, especialmente en una de las más conocidas, Los pazos de Ulloa.

Los pazos de Ulloa se sitúa en un recóndito y salvaje paraje de Galicia, el pazo (“palacio” o casa señorial gallega) del marqués de Ulloa. La llegada a esta localidad de Julián, un sacerdote delicado y sensible, tendrá imprevistas consecuencias. El marqués de Ulloa (título que ha comprado) es un hombre rudo y pasional, que se ve obligado a contraer matrimonio con Nucha, una señorita de ciudad para quien el ambiente de brutalidad de los pazos es una pesadilla. Allí ha de soportar el maltrato de su marido (que la rechaza tras dar a luz una niña, en lugar del niño que quería), a Primitivo, el violento y astuto mayordomo de la finca que tiene atemorizados a todos, y a Sabel, hija de este y criada del pazo (amante además del marqués, al que había dado un hijo bastardo). Este ambiente de rudeza y brutalidad condiciona a los protagonistas y su comportamiento violento: Nucha acaba muriendo, Primitivo es asesinado por conspiraciones políticas, la niña aparece años después casi asalvajada… La novela tendrá continuación en la segunda parte titulada La madre naturaleza.



En el siguiente fragmento, el sacerdote don Julián vive una curiosa y cruel escena en el momento de la cena. Participan también Primitivo, una especie de capataz del marqués, y su hija Sabel: 
Como si también los perros comprendiesen su derecho a ser atendidos antes que nadie, acudieron desde el rincón más oscuro, y olvidando el cansancio, exhalaban famélicos bostezos, meneando la cola y levantando el partido hocico. Julián creyó al pronto que se había aumentado el número de canes, tres antes y cuatro ahora; pero al entrar el grupo canino en el círculo de viva luz que proyectaba el fuego, advirtió que lo que tomaba por otro perro no era sino un rapazuelo de tres a cuatro años, cuyo vestido, compuesto de chaquetón acastañado y calzones de blanca estopa, podía desde lejos equivocarse con la piel bicolor de los perdigueros, en quienes parecía vivir el chiquillo en la mejor inteligencia y más estrecha fraternidad. Primitivo y la moza disponían en cubetas de palo el festín de los animales, entresacado de lo mejor y más grueso del pote; y el marqués –que vigilaba la operación–, no dándose por satisfecho, escudriñó con una cuchara de hierro las profundidades del caldo, hasta sacar a luz tres gruesas tajadas de cerdo, que fue distribuyendo en las cubetas. Lanzaban los perros alaridos entrecortados, de interrogación y deseo, sin atreverse aún a tomar posesión de la pitanza; a una voz de Primitivo, sumieron de golpe el hocico en ella, oyéndose el batir de sus apresuradas mandíbulas y el chasqueo de su lengua glotona. El chiquillo gateaba por entre las patas de los perdigueros, que, convertidos en fieras por el primer impulso del hambre no saciada todavía, le miraban de reojo, regañando los dientes y exhalando ronquidos amenazadores: de pronto la criatura, incitada por el tasajo que sobrenadaba en la cubeta de la perra Chula, tendió la mano para cogerlo, y la perra, torciendo la cabeza, lanzó una feroz dentellada, que por fortuna sólo alcanzó la manga del chico, obligándole a refugiarse más que de prisa, asustado y lloriqueando, entre las sayas de la moza, ya ocupada en servir caldo a los racionales. Julián, que empezaba a descalzarse los guantes, se compadeció del chiquillo, y, bajándose, le tomó en brazos, pudiendo ver que a pesar del mugre, la roña, el miedo y el llanto, era el más hermoso angelote del mundo.
 –¡Pobre! –murmuró cariñosamente–. ¿Te ha mordido la perra? ¿Te hizo sangre? ¿Dónde te duele, me lo dices? Calla, que vamos a reñirle a la perra nosotros. ¡Pícara, malvada!
 Reparó el capellán que estas palabras suyas produjeron singular efecto en el marqués. Se contrajo su fisonomía: sus cejas se fruncieron, y arrancándole a Julián el chiquillo, con brusco movimiento le sentó en sus rodillas, palpándole las manos, a ver si las tenía mordidas o lastimadas. Seguro ya de que sólo el chaquetón había padecido, soltó la risa.
 –¡Farsante! –gritó–. Ni siquiera te ha tocado la Chula. ¿Y tú, para qué vas a meterte con ella? Un día te come media nalga, y después lagrimitas. ¡A callarse y a reírse ahora mismo! ¿En qué se conocen los valientes?
 Diciendo así, colmaba de vino su vaso, y se lo presentaba al niño que, cogiéndolo sin vacilar, lo apuró de un sorbo. El marqués aplaudió:
 –¡Retebién! ¡Viva la gente templada!
 –No, lo que es el rapaz…, el rapaz sale de punta –murmuró el abad de Ulloa.
 –¿Y no le hará daño tanto vino? –objetó Julián, que sería incapaz de bebérselo él.
 –¡Daño! ¡Sí, buen daño nos dé Dios! –respondió el marqués, con no sé qué inflexiones de orgullo en el acento–. Déle usted otros tres, y ya verá… ¿Quiere usted que hagamos la prueba?
 –Los chupa, los chupa –afirmó el abad.
 –No, señor; no, señor… Es capaz de morirse el pequeño… He oído que el vino es un veneno para las criaturas… Lo que tendrá será hambre.
 –Sabel, que coma el chiquillo –ordenó imperiosamente el marqués, dirigiéndose a la criada.