lunes, 20 de mayo de 2019

ANTONIO BUERO VALLEJO, Historia de una escalera

ANTONIO BUERO VALLEJO es considerado el dramaturgo más importante de la posguerra. Con su obra, pretende inquietar al espectador y hacerle reflexionar sobre diferentes problemas de la existencia. Los títulos de sus obras se sitúan en la época actual (Historia de una escalera, El tragaluz) o en el pasado histórico (Un soñador para un pueblo, Las Meninas) para salvar la censura. Sus personajes con frecuencia padecen taras físicas (ceguera, sordera) o psíquicas (locura), elementos que simbolizan las limitaciones humanas. 

En Teatro para ti podemos ver una representación de Historia de una escalera.

Aquí tenemos un resumen del argumento:
 En el último piso de una casa, viven cuatro familias.
Puerta I. Generosa, D. Gregorio y sus hijos: Pepe y Carmina.
Puerta II. Don Manuel y su hija Elvira.
Puerta III. Paca, Sr. Juan y sus hijos: Trini, Rosa y Urbano.
Puerta IV. Dª Asunción y su hijo Fernando.


Salvo la de Don Manuel, que tiene un negocio próspero, son gentes que viven en la estrechez económica. Entre los jóvenes, sin embargo, brotan las ilusiones.

ACTO I.
Estamos en 1917 aproximadamente.
Destacan Urbano (joven obrero con ideas comunistas) y Fernando (modesto empleado, idealista pero pasivo), que está enamorado de Carmina. Elvira, por su parte, quiere a Fernando y, para ganárselo, pide a su padre que le proporcione un buen puesto en su negocio. Fernando consigue hablar con Carmina cuando esta volvía de comprar leche. Le declara su amor y promete trabajar firmemente por ella, para sacarla de ese ambiente de pobreza. Sin embargo, la leche derramada recoge todo el simbolismo del cuento de La lechera. 

 FERNANDO: (...) Escucha: voy a estudiar mucho, ¿sabes? Mucho. Primero me haré delineante. ¡Eso es fácil! En un año... Como para entonces ya ganaré bastante, estudiaré para aparejador. Tres años. Dentro de cuatro años seré un aparejador solicitado por todos los arquitectos. Ganaré mucho dinero. Por entonces tú serás ya mi mujercita, y viviéremos en otro barrio, en un pisito limpio y tranquilo. Yo seguiré estudiando. ¿Quién sabe? Puede que para entonces me haga ingeniero. Y como una cosa no es incompatible con la otra, publicaré un libro de poesías, un libro que tendrá mucho éxito...
 CARMINA: (Que le ha escuchado extasiada) ¡Qué felices seremos!
 FERNANDO: ¡Carmina!
  (Se inclina para besarla y da un golpe con el pie a la lechera, que se derrama estrepitosamente. Temblorosos se levantan los dos y miran, asombrados, la gran mancha blanca en el suelo.)

ACTO II. 
Han transcurrido 10 años. La escalera sigue sucia.
Ya han muerto doña Asunción y el padre de Carmina.
- Fernando se ha casado con Elvira. Tienen un hijo, pero el matrimonio ha sido un fracaso y ella no pierde ocasión para reprocharle que él, un gandul, se casara por el dinero. Él no la ama en absoluto.

- Urbano sigue en la misma posición, aunque al final del acto le pide a Carmina que se case con él. Ella accede agradecida (aunque pensaba quedar soltera, lo hace por su madre y por la propia insistencia de Urbano, verdaderamente enamorado). Sin embargo, reconoce que no lo ama, pues sigue enamorada de Fernando.

Entre las dos parejas hay una explicable tensión.

ACTO III.
Han pasado otros veinte años (1947), estamos ya en la posguerra. La misma escalera sencilla de vecinos con ligeras reformas. La escalera adquiere un sentido simbólico, pues por ella se sube y se baja, pero no hay posibilidad de salida (o sí).
De la primera generación solo queda Paca.
Los dos matrimonios (Fernando-Elvira y Urbano-Carmina) son infelices y se odian. Pero el amor ha surgido entre los hijos, que se llaman también Fernando y Carmina. A sus relaciones se oponen tajantemente los padres.
Sin embargo, Fernando y Elvira consiguen verse en el descansillo. Se reproduce una escena similar a la de hace treinta años, con la que acaba la obra. ¿Esperanza? ¿Melancolía?

  FERNANDO, HIJO: (...) Tenemos que ser más fuertes que nuestros padres. (...) Aquí solo hay brutalidad e incomprensión para nosotros. Escúchame. Si tu cariño no me falta, emprenderé muchas cosas. Primero me haré aparejador. ¡No es difícil! En unos años me haré un buen aparejador. Ganaré mucho dinero y me solicitarán todas las empresas constructoras. Para entonces ya estaremos casados... Tendremos nuestro hogar, alegre y limpio..., lejos de aquí. Pero no dejaré de estudiar por eso. ¡NO, no, Carmina! Entonces me haré ingeniero. Seré el mejor ingeniero del país y tú serás mi adorada mujercita...
 CARMINA, HIJA: ¡Fernando! ¡Qué felicidad!... ¡Qué felicidad!
 FERNANDO, HIJO: ¡Carmina!

 (Se contemplan extasiados, próximos a besarse. Los padres se miran y vuelven a observarlos. se miran de nuevo, largamente. Sus miradas, cargadas de una infinita melancolía, se cruzan sobre el hueco de la escalera sin rozar el grupo ilusionado de los hijos.)


Se trata de una estructura circular, donde se fusionan el espacio y el tiempo, con unos personajes y diálogos paralelos a los de hace 30 años. En este final abierto y ambiguo, Buero deja abierta la puerta a que se pueda cambiar la historia. Del mismo modo, el lector/espectador ha de adoptar su propia conclusión.

INTERPRETACIÓN HISTÓRICA.
Hay muchos elementos en común entre Historia de una escalera y los años de la posguerra española:
1. La relación cainita entre Urbano y Fernando, que representan el enfrentamiento de los dos bandos en la guerra civil española. La escalera se presenta, incluso, como el espacio de la batalla, con el peligro de la barandilla (amenazas de arrojar por la escalera).
2. La crítica social. La obra, con el inmovilizo de los personajes dentro de la escalera, refleja el futuro negro de la sociedad española de posguerra.

Por último, aquí tenéis un resumen de la distribución de los personajes en las cuatro puertas de la escalera: