Se recrea un triángulo amoroso entre Sireno, Diana y Delio que se resuelve gracias a la maga Felicia. Su interés radica en el perfil psicológico de los personajes y en las descripciones paisajísticas, como podemos ver en este pasaje:
"A este tiempo, por una cuesta abajo que de la aldea venía la verde prado, vio Sireno venir un pastor, su paso a paso, parándose a cada trecho, unas veces mirando al cielo, otras al verde prado y hermosa ribera, que desde lo alto descubría; cosa que más le aumentaba su tristeza, viendo el lugar que fue principio de su desventura. Sireno le conoció y le dijo, vuelto el rostro hacia la parte donde venía:
- ¡Ay, desventurado pastor, aunque no tanto como yo! ¿En qué han parado las competencias que conmigo traías por los amores de Diana, y los disfavores que aquella cruel te hacía, poniéndolo a mi cuenta? (...)
A este tiempo el desamado Silvano tomó una zampoña y, tañendo un rato, cantaba con gran tristeza estos versos:
Amador soy, mas nunca fui amado
quise bien y querré, no soy querido,
fatigas paso y nunca las he dado,
suspiros di, mas nunca fui oído. "
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