lunes, 28 de febrero de 2022

COMENTAMOS: Soneto V de Garcilaso de la Vega


Introducción

Como modelo del Renacimiento, Garcilaso de la Vega, hombre de armas y de letras, cultiva en este poema la poesía de corte petrarquista, siguiendo la nueva moda llegada desde Italia. Probablemente dedicado a su musa, Isabel Freyre, el autor expresa un sentimiento de amor equilibrado que al final se desborda. 

MÉTRICA

Desde un punto de vista métrico, Garcilaso emplea la nueva estrofa que está surgiendo en el contexto del Renacimiento (probablemente por influjo de su amigo Boscán), el soneto

Compuesto por dos cuartetos y dos tercetos endecasílabos, las rimas de tipo consonante se distribuyen con el siguiente esquema: ABBA ABBA CDE CDE

Este nuevo molde métrico permite, por su estructura, longitud y fluidez, expresar con mayor naturalidad y hondura el sentimiento amoroso (frente al estilo "machacón" del octosílabo). De hecho, será la estrofa más utilizada en los siglos posteriores en toda la literatura universal, para acoger de forma elegante las pasiones y sentimientos. 


CONTENIDO-RECURSOS

El tema central de este soneto es, sin duda, el amor, seguramente dedicado al amor de su vida, Isabel Freyre, mezclando aún rasgos propios aún del amor cortés con otros característicos del amor neoplatónico, al mostrar un amor idealizado y superior.


Escrito está en mi alma vuestro gesto,

y cuanto yo escribir de vos deseo;

vos sola lo escribisteis, yo lo leo

tan solo, que aun de vos me guardo en esto.


El poema se inicia con la contemplación del rostro de la amada: “vuestro gesto”. Sin embargo, no se hace una descripción plástica (descriptio puellae), pues Garcilaso aún sigue la estela del amor cortés, como podemos observar también en el tratamiento de “vos” (recordando la relación “señor-vasallo” de los poemas del siglo anterior). 

No obstante, introduce ya los nuevos modelos petrarquistas del amor neoplatónico, al mostrar los efectos de esa contemplación de la amada: el tópico del amor que entra por los ojos y llega al corazón del enamorado. 

Para mostrar estos efectos, Garcilaso introduce una original metáfora: el alma del poeta como papel donde la amada plasma los sentimientos (“Escrito está en mi alma”). El poeta es un mero reflejo de la amada, que dicta las palabras de este poema (“vos sola lo escribisteis”). Y es que ella no solo inspira sus versos, sino que de ella nace la misma poesía (recordamos cómo luego Bécquer decía aquello de “Poesía… eres tú”). 


En esto estoy y estaré siempre puesto;

que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,

de tanto bien lo que no entiendo creo,

tomando ya la fe por presupuesto.


Este segundo cuarteto se halla entrelazado al primero a través de una anadiplosis (repetición de la última palabra de un verso y la primera del siguiente) con el fin de no abandonar el tema: el poeta hace hincapié en la permanencia eterna de este sentimiento mediante la repetición (recurso aún característico de la lírica anterior) del verbo estar y el adverbio siempre. La metáfora alcanza aquí un nuevo plano, el religioso. Lejos de interpretaciones herejéticas (nada que ver con La Celestina), aquí observamos la interpretación neoplatónica del amor: el poeta extasiado por la contemplación de su dama, experimenta el acercamiento a Dios. Emplea entonces un vocabulario religioso («tomando ya la fe por presupuesto»). 

También encontramos una hipérbole que señala que es tan grande («de tanto bien») la presencia de la amada que el alma del poeta no puede asimilarla (visión cristiana de Dios).

El tono de los cuartetos, en general, es más reflexivo, armónico, mesurado… Además, lo refuerza el uso de la aliteración del sonido /S/: podemos pensar que el poeta está revelando un secreto en voz baja, susurrando casi, ya que se trata de algo que no quiere revelar ni a la misma amada.


Yo no nací sino para quereros;

mi alma os ha cortado a su medida;

por hábito del alma mismo os quiero.


En el primer terceto se observa ya un giro. Mediante una nueva hipérbole en el primer verso («yo no nací sino para quereros») el poeta aparece sin libertad, predestinado a querer eternamente a esta mujer (amor incondicional y siempre fiel), mostrándose otra vez una estrecha relación con el cristianismo, que entiende que el hombre existe para amar a Dios. 

Esta continua interpretación religiosa del amor, se afianza con la dilogía (polisemia) de la palabra hábito, en referencia tanto a la costumbre de amar, como a la prenda religiosa. Extendiendo la metáfora, Garcilaso, como un religioso, hace votos y “se viste” (“mi alma os ha cortado a su medida”) con el hábito del amor a su amada.  


Cuanto tengo confieso yo deberos;

por vos nací, por vos tengo la vida,

por vos he de morir, y por vos muero.


En este terceto final, el sentimiento desborda el equilibrio del amor renacentista. Los dos magníficos últimos versos están construidos sobre la anáfora, el paralelismo y la gradación ascendente, desembocando en imágenes antitéticas: la vida y la muerte.  Garcilaso promete amor y fidelidad absoluta, de acuerdo con el esquema del amor neoplatónico. 


Conclusión

Este soneto de Garcilaso es una clara y bella muestra de lo que fue el amor renacentista, aunque con ribetes cancioneriles: una expresión sincera del sufrimiento y muerte voluntarios del enamorado. 


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