Muchos son los aspectos que os pueden atraer de esta novela.
Contada en primera persona por Javier, se va a remontar a su infancia, el
increíble verano del 69, en el que se van a conjugar diversos hechos que lo
harán madurar:
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La llegada del hombre a la Luna.
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La primera vez que se aleja de sus padres.
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La extraña familia de Santander, con cuatro
primas, que le llevará igualmente al descubrimiento del universo femenino.
-
Las nuevas lecturas que le abrirán un mundo
literario y personal hasta ahora desconocido para él.
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Pero por encima de todo ello, un misterio en
torno a un objeto muy valioso: las Lágrimas de Shiva. La curiosidad, unida a unas
extrañas presencias fantasmagóricas, le van a llevar a investigar una historia
del pasado, en la que los amores prohibidos se mezclan con extrañas desapariciones... La protagonista de esta historia, Beatriz, esconde unos secretos que ahora deben ser desvelados.
A su vez, es una historia que llega porque está contada con sinceridad
y cariño, y a pesar de los “fantasmas”, la realidad que se describe es de una
cercanía y una ternura increíbles. Nos adentramos en un pasado no tan lejano,
donde las televisiones y aparatos móviles no eran necesarios para vivir la vida
con intensidad.
Un fragmento:
Una vez, hace ya mucho
tiempo, vi un fantasma. Sí, un espectro, una aparición, un espíritu; lo podemos
llamar como queramos, el caso es que lo vi. Ocurrió el mismo año que el hombre
llegó a la Luna; y, a pesar de que hubo momentos en que pasé miedo, esta
historia no es lo que se puede denominar una novela de terror. Todo comenzó con
un enigma: el misterio de un objeto muy valioso que estuvo perdido durante
siete décadas. Las Lágrimas de Shiva, así es conocido aquel objeto extraviado.
A su alrededor, ocurrieron venganzas cruzadas, y amores prohibidos, y extrañas
desapariciones. Hubo un fantasma, sí, y un viejo secreto escondido entre las
sombras, pero también hubo mucho más…
A veces, sin saber muy
bien por qué, suceden cosas que nos cambian por dentro y nos hacen ver el mundo
de otra manera. A menudo, se trata de sucesos triviales (…), pero a la larga
acaban adquiriendo una inesperada trascendencia. Eso fue lo que ocurrió cuando
mi padre cayó enfermo.
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