ANTOLOGÍA POÉTICA:
VANGUARDIAS-GENERACIÓN
DEL 27.
RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA: Greguerías.
VICENTE HUIDOBRO. Poema
en defensa del Creacionismo.
RAFAEL ALBERTI. El mar. La mar. Si mi
voz muriera. Se equivocó la paloma.
Hoy las nubes me trajeron. Oda a Platko
GERARDO DIEGO. El
columpio. El ciprés de Silos. Romance del Duero.
LUIS CERNUDA. El
ventilador. Desolación de la quimera. Peregrino. Para unos vivir... Donde habite el olvido.
VICENTE ALEIXANDRE. El
poeta se acuerda de su vida.
FEDERICO GARCÍA LORCA. La
guitarra. New York. Oficina y denuncia. Romance de la luna, luna.
PEDRO SALINAS. Para
vivir no quiero.
JORGE GUILLÉN. Salvación
de la primavera. Beato sillón.
LAS SIN SOMBRERO: CONCHA MÉNDEZ: A Rosalía de Castro. Mapas de la escuela.
RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA.
Greguerías:
-
El hielo se derrite porque llora de
frío.
-
Las gaviotas nacieron de los
pañuelos que dicen “adiós” en los puertos.
-
La mariposa posándose en las flores
es la mecanógrafa del jardín.
-
El agua se suelta el pelo en las
cascadas.
-
Hay
suspiros que comunican la vida con la muerte.
- El libro es el salvavidas de la soledad.
VICENTE
HUIDOBRO (Creacionismo)
¿Por
qué cantáis la rosa, oh poetas?
Hacedla
florecer en el poema;
Sólo
para nosotros
Viven
todas las cosas bajo el Sol.
El
poeta es un pequeño Dios.
RAFAEL ALBERTI.
El mar. La
mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
En sueños, la marejada
Me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
Acá?
Si mi voz muriera en tierra
Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla,
y sobre el ancla una estrella,
y sobre la estrella el viento,
y sobre el viento la vela!
Se equivocó la paloma.
Se equivocó
la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)
Oda a Platko.
Nadie se olvida, Platko,
No, nadie, nadie, nadie,
Oso rubio de Hungría.
Ni el mar,
Que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía.
Ni el mar, ni el viento, Platko,
Rubio Platko de sangre,
Guardameta en el polvo pararrayos.
No nadie, nadie, nadie.
Camisetas azules y blancas, sobre el aire,
Camisetas reales,
Contrarias, contra ti, volando y arrastrándote.
Platko, Platko lejano,
Rubio Platko tronchado,
Tigre ardiendo en la yerba de otro país.
¡Tú, llave, Platko, tú, llave rota,
llave áurea caída ante el portico áureo!
FEDERICO GARCÍA LORCA.
La guitarra
Debajo de las multiplicaciones
PEDRO SALINAS.
Para vivir no quiero
“Yo te quiero, soy yo”.
Columpio
A caballo en el quicio del mundo
FEDERICO GARCÍA LORCA.
La guitarra
Empieza el llanto
De la guitarra.
Se rompen las copa
Empieza el llanto
De la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
Callarla.
Llora monótona
Como llora el agua,
Como llora el viento
Sobre la nevada.
Es imposible
Callarla.
Llora por cosas
Lejanas.
Arena del Sur caliente
Que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
La tarde sin mañana,
Y el primer pájaro muerto
Sobre la rama.
¡Oh, guitarra!
Corazón malherido
Por cinco espadas.
New York. Oficina y
denuncia
Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato;
debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero;
debajo de las sumas, un río de sangre tierna.
Un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento y brisa
en el alba mentida de New York.
PEDRO SALINAS.
Para vivir no quiero
Para vivir no quiero
islas,
palacios, torres.
¡Qué
alegría más alta:
vivir
en los pronombres!
Quítate
ya los trajes,
las
señas, los retratos;
yo
no te quiero así,
disfrazada
de otra,
hija
siempre de algo.
Te
quiero pura, libre,
irreductible:
tú.
Sé
que cuando te llame
entre
todas las gentes
del
mundo,
sólo
tú serás tú.
Y
cuando me preguntes
quién
es el que te llama,
el
que te quiere suya,
enterraré
los nombres,
los
rótulos, la historia.
Iré
rompiendo todo
lo
que encima me echaron
desde
antes de nacer.
Y
vuelto ya al anónimo
eterno
del desnudo,
de
la piedra, del mundo,
te
diré:
“Yo te quiero, soy yo”.
GERARDO DIEGO.
Columpio
A caballo en el quicio del mundo
Las lluvias de colores
Emigraban al país de los amores.
Bandadas de flores
Flores
sí Flores no
Cuchillos en el aire
Que le rasguen las carnes
Forman un puente
Sí No
Cabalga el soñador
Pájaros arlequines
Cantan
el sí cantan el no.
El ciprés de Silos.
que
acongojas al cielo con tu lanza.
Chorro
que a las estrellas casi alcanza
devanado
a sí mismo en loco empeño.
Mástil
de soledad, prodigio isleño;
flecha
de fe, saeta de esperanza.
Hoy
llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina
al azar, mi alma sin dueño.
Cuando
te vi, señero, dulce, firme,
qué
ansiedades sentí de diluirme
y
ascender como tú, vuelto en cristales,
como
tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo
de delirios verticales,
mudo
ciprés en el fervor de Silos.
JORGE GUILLÉN.
Salvación de la
primavera.
¡Tú, tú, tú, mi incesante
primavera profunda,
mi río de verdor
agudo y aventura!
¡Tú, ventana a lo diáfano:
desenlace de aurora,
modelación del día:
mediodía en su rosa,
tranquilidad de lumbre:
siesta del horizonte,
lumbres en lucha y coro:
poniente contra noche,
constelación de campo,
fabulosa, precisa,
trémula hermosamente,
universal y mía!
Tú, sin palabras toda
Singular, desnudez
Única, tú, tú sola!
Beato sillón.
¡Beato sillón! La casa
corrobora su presencia
con la vaga intermitencia
de su invocación en masa
a la memoria. No pasa
nada. Los ojos no ven,
saben. El mundo está bien
hecho. El instante lo exalta
en marea, de tan alta,
de tan alta, sin vaivén.
LUIS CERNUDA.
Peregrino.
¿Volver? Vuelva el
que tenga,
tras largos años,
tras un largo viaje,
cansancio del camino
y la codicia
de su tierra, su
casa, sus amigos,
del amor que al
regreso fiel le espere.
Mas ¿tú?, ¿volver?
Regresar no piensas,
sino seguir libre
adelante,
disponible por
siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te
busque, como a Ulises,
Sigue, sigue
adelante y no regreses,
fiel hasta el fin
del camino y tu vida,
no eches de menos un
camino más fácil,
tus pies sobre la
tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo
antes nunca visto.
Para unos vivir
Para unos vivir es
pisar cristales con los pies desnudos;
Para otros vivir es
mirar al sol frente a frente.
La playa cuenta días
y horas por cada niño que muere.
Una flor se abre,
una torre se hunde.
VICENTE ALEIXANDRE.
Difícil.
¿Lo sabes? Todo es difícil. Difícil es el amor.
Más difícil su ausencia. Más difícil su presencia o
estancia.
Todo es difícil… Parece fácil y qué difícil es
repasar el cabello de nuestra amada con estas manos
materiales que lo estrujan y obtienen.
Difícil, poner en su boca carnosa el beso estrellado
que nunca se apura.
Difícil, mirar los hondos ojos donde boga la vida,
y allí navegar, y allí remar, y allí esforzarse,
y allí acaso hundirse sintiendo la palpitación en la
boca, el hálito en esta boca
donde la última precipitación diera un nombre o
vida.
El
poeta se acuerda de su vida.
“Vivir,
dormir, morir: soñar acaso”, Hamlet.
Perdonadme: he dormido.
Y dormir no es vivir. Paz a los hombres.
Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún
nos vivan.
¿Vivir sin ellas? Las palabras mueren.
Bellas son al sonar, mas nunca duran.
Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora,
O cuando el día cumplido estira el rayo
Final, y da en tu rostro acaso.
Con un pincel de luz cierra los ojos.
Duerme.
La noche es larga, pero ya ha pasado.
CONCHA MÉNDEZ
A Rosalía de Castro
A tu Galicia he de ir
a oír la voz de tus rías.
Y entre la lluvia he de ver
La casa donde morías.
A la luz de tu quinqué,
te pienso en noches de frío
pulsándote el corazón
-¡tuyo y también tan mío!-.
Y te pienso en el jardín
junto a tu mesa de piedra.
Tu árbol y tu soledad,
ambos cubiertos de yedra.
Sé que andarás por allí,
por la tu casa vacía,
que no sabe estar sin ti…
Iré a hacerte compañía.
¡Juntas hemos de llorar
Los mapas de la
escuela.
Los mapas de la escuela,
todos tenían mar,
todos tenían tierra.
¡Yo sentía un afán
por ir a recorrerla!...
Soñaba el corazón
con mares y fronteras,
con islas de coral
y misteriosas selvas…
Soñaba el corazón…
¡Oh, sueños de la escuela!
No hay comentarios:
Publicar un comentario