lunes, 16 de abril de 2018

GENERACIÓN DEL 27: Antología poética.

Aquí os dejo una pequeña selección de textos que trabajaremos en clase y que serán de obligada lectura (junto a otros vistos en el libro) de cara al próximo examen de Literatura.

ANTOLOGÍA POÉTICA:
VANGUARDIAS-GENERACIÓN DEL 27.

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA: Greguerías.
VICENTE HUIDOBRO. Poema en defensa del Creacionismo.
RAFAEL ALBERTI. El mar. La mar. Si mi voz muriera. Se equivocó la paloma. Hoy las nubes me trajeron. Oda a Platko
GERARDO DIEGO. El columpio. El ciprés de Silos. Romance del Duero.
LUIS CERNUDA. El ventilador. Desolación de la quimera. Peregrino. Para unos vivir... Donde habite el olvido.
VICENTE ALEIXANDRE. El poeta se acuerda de su vida.
FEDERICO GARCÍA LORCA. La guitarra. New York. Oficina y denuncia. Romance de la luna, luna.
PEDRO SALINAS. Para vivir no quiero.
JORGE GUILLÉN. Salvación de la primavera. Beato sillón.

LAS SIN SOMBRERO: CONCHA MÉNDEZ: A Rosalía de Castro. Mapas de la escuela.

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA.


Greguerías:
-       El hielo se derrite porque llora de frío.
-       Las gaviotas nacieron de los pañuelos que dicen “adiós” en los puertos.
-       La mariposa posándose en las flores es la mecanógrafa del jardín.
-       El agua se suelta el pelo en las cascadas.
-       Hay suspiros que comunican la vida con la muerte.
-       El libro es el salvavidas de la soledad.



VICENTE HUIDOBRO (Creacionismo)

¿Por qué cantáis la rosa, oh poetas?
Hacedla florecer en el poema;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El poeta es un pequeño Dios.


RAFAEL ALBERTI.


El mar. La mar.

El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
Me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
Acá?

Si mi voz muriera en tierra

Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla,
y sobre el ancla una estrella,
y sobre la estrella el viento,
y sobre el viento la vela!

Se equivocó la paloma.
Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)


Oda a Platko.
Nadie se olvida, Platko,
No, nadie, nadie, nadie,
Oso rubio de Hungría.
 
Ni el mar,
Que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía.

Ni el mar, ni el viento, Platko,
Rubio Platko de sangre,
Guardameta en el polvo pararrayos.

No nadie, nadie, nadie.

Camisetas azules y blancas, sobre el aire,
Camisetas reales,
Contrarias, contra ti, volando y arrastrándote.

Platko, Platko lejano,
Rubio Platko tronchado,
Tigre ardiendo en la yerba de otro país.
¡Tú, llave, Platko, tú, llave rota,
llave áurea caída ante el portico áureo!


FEDERICO GARCÍA LORCA.

La guitarra

Empieza el llanto

De la guitarra.

Se rompen las copa
De la madrugada.
Empieza el llanto
De la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
Callarla.
Llora monótona
Como llora el agua,
Como llora el viento
Sobre la nevada.
Es imposible
Callarla.
Llora por cosas
Lejanas.
Arena del Sur caliente
Que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
La tarde sin mañana,
Y el primer pájaro muerto
Sobre la rama.
¡Oh, guitarra!
Corazón malherido


Por cinco espadas.




New York. Oficina y denuncia

Debajo de las multiplicaciones

hay una gota de sangre de pato;
debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero;
debajo de las sumas, un río de sangre tierna.
Un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento y brisa
en el alba mentida de New York.



PEDRO SALINAS. 

Para vivir no quiero

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:

“Yo te quiero, soy yo”.      




GERARDO DIEGO.

Columpio

A caballo en el quicio del mundo

Un jugador jugaba al sí y al no

Las lluvias de colores
Emigraban al país de los amores.

Bandadas de flores
Flores sí                        Flores no
            Cuchillos en el aire
            Que le rasguen las carnes
            Forman un puente
Sí                                 No

            Cabalga el soñador
            Pájaros arlequines
Cantan el sí               cantan el no.



El ciprés de Silos.
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas al cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
           
     

JORGE GUILLÉN.



Salvación de la primavera.
¡Tú, tú, tú, mi incesante
primavera profunda,
mi río de verdor
agudo y aventura!

¡Tú, ventana a lo diáfano:
desenlace de aurora,
modelación del día:
mediodía en su rosa,

tranquilidad de lumbre:
siesta del horizonte,
lumbres en lucha y coro:
poniente contra noche,

constelación de campo,
fabulosa, precisa,
trémula hermosamente,
universal y mía!

¡Tú más aún: tú como
Tú, sin palabras toda
Singular, desnudez
Única, tú, tú sola!


Beato sillón.
¡Beato sillón! La casa
corrobora su presencia
con la vaga intermitencia
de su invocación en masa
a la memoria. No pasa
nada. Los ojos no ven,
saben. El mundo está bien
hecho. El instante lo exalta
en marea, de tan alta,

de tan alta, sin vaivén.


LUIS CERNUDA.


Peregrino.
¿Volver? Vuelva el que tenga,
tras largos años, tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.

Mas ¿tú?, ¿volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un camino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.



Para unos vivir
Para unos vivir es pisar cristales con los pies desnudos;
Para otros vivir es mirar al sol frente a frente.
La playa cuenta días y horas por cada niño que muere.
Una flor se abre, una torre se hunde.

VICENTE ALEIXANDRE.




Difícil.
¿Lo sabes? Todo es difícil. Difícil es el amor.
Más difícil su ausencia. Más difícil su presencia o estancia.
Todo es difícil… Parece fácil  y qué difícil es
repasar el cabello de nuestra amada con estas manos materiales que lo estrujan y obtienen.
Difícil, poner en su boca carnosa el beso estrellado que nunca se apura.
Difícil, mirar los hondos ojos donde boga la vida,
y allí navegar, y allí remar, y allí esforzarse,
y allí acaso hundirse sintiendo la palpitación en la boca, el hálito en esta boca
donde la última precipitación diera un nombre o vida.

El poeta se acuerda de su vida.
                  “Vivir, dormir, morir: soñar acaso”, Hamlet.

Perdonadme: he dormido.
Y dormir no es vivir. Paz a los hombres.
Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan.
¿Vivir sin ellas? Las palabras mueren.
Bellas son al sonar, mas nunca duran.
Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora,
O cuando el día cumplido estira el rayo
Final, y da en tu rostro acaso.
Con un pincel de luz cierra los ojos.
Duerme.
La noche es larga, pero ya ha pasado.

          

CONCHA MÉNDEZ


A Rosalía de Castro
A tu Galicia he de ir
a oír la voz de tus rías.
Y entre la lluvia he de ver
La casa donde morías.

A la luz de tu quinqué,
te pienso en noches de frío
pulsándote el corazón
-¡tuyo y también tan mío!-.

Y te pienso en el jardín
junto a tu mesa de piedra.
Tu árbol y tu soledad,
ambos cubiertos de yedra.

Sé que andarás por allí,
por la tu casa vacía,
que no sabe estar sin ti…
Iré a hacerte compañía.

¡Juntas hemos de llorar
en tu jardín, Rosalía!

Los mapas de la escuela.
Los mapas de la escuela,
todos tenían mar,
todos tenían tierra.
¡Yo sentía un afán
por ir a recorrerla!...
Soñaba el corazón
con mares y fronteras,
con islas de coral
y misteriosas selvas…
Soñaba el corazón…
¡Oh, sueños de la escuela!






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