Esta novela, ambientada en la Francia del siglo XVIII, es un perfecto retrato de la sociedad que iniciaba una nueva andadura hacia la mayoría de edad intelectual: la Ilustración. En una época marcada por el experimentalismo, la experiencia a través de los sentidos, el olfato se convierte en la principal fuente de conocimiento.
La lectura de esta novela despierta atracción y repugnancia a partes iguales, tanto a nivel olfativo como literario. Y es que, de la mano del personaje protagonista, Jean-Baptiste Grenouille, descendemos a lo más profundo de las contradicciones humanas. Grenouille resulta rechazable a nivel moral, pero también despierta en nosotros cierta ternura, condicionados por el seguimiento que hacemos de él desde su nacimiento en condiciones extremas, pasando por el duro trato que recibió durante su infancia o sus contactos con una sociedad miserable...
Su rasgo esencial es la falta de olor, lo que lo acerca al demonio, pero posee un don extraordinario para la captación de olores, que lo convierte en un perfumista de reconocido prestigio. Sin embargo, en su intento de conseguir la fragancia perfecta, se adentrará en el mundo del crimen. Es un personajes sin sentimientos, sin normas morales, pero que nos hace cuestionarnos la cara oscura que todos tenemos.
Muy recomendable y como digo, todo ello con una ambientación increíblemente lograda del París de la época, donde el autor ha sido capaz de trasmitirnos los olores, los sabores...
Una experiencia que puede despertar tu olfato.
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