Uno de los libros que más me impactó en el momento de su
lectura fue este: El olvido que seremos,
de Héctor Abad Faciolince. Recientemente el autor ha presentado la edición de
sus diarios, y a vueltas sobre ello, quiero recordar su primer gran libro.
Para mí, esta novela es una lección de vida y de literatura.
EL ASESINATO.
El libro tiene como eje central un asesinato, el del médico
Héctor Abad Gómez (padre del autor). Este médico que dedicó su vida a la
defensa de la igualdad social y de los derechos humanos, finalmente fue
asesinado por sus oponentes, en una Colombia teñida ya por la sangre de una
oleada de violencia que aún persiste.
Sin embargo, y a pesar de su argumento, es un libro
optimista, que trasmite la alegría de vivir a través del recuerdo agradecido de
una vida que realmente mereció la pena. Sin caer nunca en el sentimentalismo ni
la ñoñería, es un muestra de admiración tanto por la figura paternal como por
la figura pública.
LA FIGURA DEL PADRE
El olvido que seremos ha
pasado a engrosar el corpus de la literatura dedicada a la figura del padre. En
este caso, se trata de una reconstrucción amorosa y paciente del personaje del
padre. De hecho, rompe con muchos de los tópicos recogidos en obras precedentes
donde la figura del padre aparece critica (Kafka, Carta al padre; Bernardo
Atxaga, El hijo del acordeonista). Salvando las distancias, recuerda más
al homenaje desgarrado y personal de Manuel Vilas en Ordesa.
Al ensalzar de tal modo la figura del padre (optimista,
comprometido, solidario, modelo de educación…), su asesinato se convierte en un
verdadero acto de injusticia. No obstante, el hijo no pretende crear un héroe,
sino que su visión trata de ser objetiva. De hecho, ha tenido que esperar
veinte años para trazar este retrato, distanciándose para ver mejor los
detalles (tanto los positivos como los negativos), una vez se ha enfriado
también el dolor.
EL AUTOR: HÉCTOR ABAD FACIOLINCE.
Aunque este libro no es una autobiografía, la presencia del
autor es constante. Más que como una sombra de su padre, aparece como fruto de
una educación novedosa, una educación que cuestiona los viejos valores de la
tradición católica. Frente a ello, recibe una educación basada en el amor, en
la confianza absoluta en su persona por encima de todo. Parece como si el
escritor al que estamos leyendo, fuera el mejor legado de este médico.
LA VIOLENCIA EN COLOMBIA
La novela deja ver los inicios de la violencia en Colombia,
. Se centra en la ciudad de Medellín, donde reside toda la
familia, adentrándose en la visión de las clases más desfavorecidas a través de
la labor del padre. Contrasta profundamente con la imagen ofrecida de la
sociedad dirigente de Medellín. De estas desigualdades e injusticias sociales,
se deriva gran parte de los problemas de violencia en el país. Los viajes del
médico por Asia y Estados Unidos, son solo algunas menciones de un espacio que
se centra especialmente en mostrarnos el país sudamericano. Se narra la
historia de toda una vida desde los ojos del hijo. Se hace mención a las
generaciones precedentes, pero el autor se centra especialmente en la época de
madurez de su padre. La obra abarca, pues, desde los años 60 hasta el año 1987,
fecha del asesinato.
Esta ambientación nos conecta en cierto modo con otros
títulos y autores colombianos como Noticia de un secuestro, de Gabriel
García Márquez.
CONSTANTES REFERENCIAS LITERARIAS
El título, muy significativo, recoge la importancia del
recuerdo como forma de alcanzar la vida, en este caso con varias referencias
literarias claras. Concretamente el título procede de un poema de Borges
encontrado en un bolsillo del padre el día que lo mataron:
Ya somos el olvido que
seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.
Ya somos en la tumba
las dos fechas
del principio y el fin, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.
del principio y el fin, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que
se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.
También están
presentes Las coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique
(las trascribe el autor, comparando las distintas muertes de ambos padres) o el
soneto sobre la fugacidad de la vida de Quevedo. De hecho, el último capítulo
del libro está dedicado a reflexionar sobre le sentido del recuerdo y del
olvido.
“Ayer se fue, mañana no ha
llegado,
hoy se está yendo sin parar un
punto,
soy un fue, y un será, y un es
cansado.”
En definitiva, un libro para leer, releer y recordar frente
al olvido.
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