La novela comienza con la alegoría de la “cárcel de amor”. El autor aparece como un personaje de la obra, que, de regreso de la guerra, entra en un paisaje dantesco y se encuentra con un joven encadenado, Leriano, que es llevado a la prisión del Amor por un monstruo llamado Deseo.
El autor sigue al Deseo y a su prisionero al castillo, donde Leriano le confiesa que está enamorado de la bella princesa Laureola y le ruega que actúe como intermediario. El autor se pone en contacto con Laureola y le habla del amor que Leriano siente por ella. La primera reacción de Laureola es de rechazo, pero gracias a la porfía del autor empiezan a cruzarse cartas que culminan en una entrevista. Con la ayuda de personajes alegóricos (la Esperanza, la Satisfacción, la Tranquilidad, la Alegría…) libera de su cautiverio a Leriano y lo conduce ante Laureola, quien lo recibe con agrado. Los celos de Persio y la oposición del padre de Laureola provocan graves problemas a la pareja. Para salvar su reputación, puesta en entredicho por Persio, Leriano desafía y vence a Persio, demostrando la total inocencia de Laureola, pero ésta, preocupada por defender su honor y no levantar más sospecha, rechaza definitivamente a Leriano.
Leriano, tras defender ante sus amigos y partidarios la actitud de Laureola, se deja morir de hambre y melancolía y muere tras haberse bebido en una copa las cartas de su dama rotas en pedazos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario