sábado, 26 de octubre de 2024

A ESCRIBIR SE APRENDE ESCRIBIENDO...

 

Como hemos comentado en muchas ocasiones, nuestras ideas, nuestra mente, siempre van más rápido que nuestro bolígrafo. Por ello, a la hora de plasmar dichas ideas por escrito solemos cometer errores. Partiendo de la premisa de que “de los errores se aprende”, aquí os dejo los principales errores expresivos que habéis cometido en la última prueba para que toméis nota y tratéis de fijaros más la próxima ocasión:

 

  1. PRESENTACIÓN:

-       Pon el título con diferente tipo de letra.

-       Respeta los márgenes del folio.

-       Diferencia bien las ideas por párrafos, usando el punto y aparte y la sangría.

-       Recuerda subrayar los títulos de los libros. 

 

  1. ORTOGRAFÍA. Revisa la ortografía antes de entregar un trabajo o prueba escrita. Fíjate especialmente en las faltas que cometiste en la anterior prueba (viendo vuestras estadísticas, la acentuación de interrogativos indirectos y las confusiones con el valenciano son vuestros caballos de batalla).

 

  1. LÉXICO: 

-       Evita la repetición de palabras, utiliza sinónimos.

-       Evita el uso de palabras comodín (cosa, tema, algo, bueno, malo, haber, tener, hacer, etc.) buscando la precisión léxica.

-    Evita el uso de palabras coloquiales y busca otras más apropiadas al tipo de texto escrito. 

 

  1. COHESIÓN: 

-       Utiliza oraciones breves, separando cada parte de tu idea con signos de puntuación (evitando la excesiva subordinación) y enlazándolas a su vez con conectores. Aquí tienes una ficha con los principales conectores. 

-       Fíjate también en la sintaxis: revisa que tus oraciones tengan una estructura completa de sujeto y predicado. En muchas ocasiones, están ausentes los sujetos (os ponéis hablar sobre un personaje y no lo habéis presentado previamente).

 

  1. COHERENCIA: 

- No repitas ideas, y organízalas correctamente.

- Comprueba que tus contestaciones responden de forma justificada y completa a lo que se pregunta. 

 

Con todos estos consejos y, sobre todo, a partir de vuestros propios errores, recordad que a escribir se aprende escribiendo, así que… SEGUIMOS. 






martes, 15 de octubre de 2024

TEMA 1: UNA ÉPOCA DE GRANDES CAMBIOS

 UNA ÉPOCA DE GRANDES CAMBIOS: SIGLOS XVII, XVIII Y XIX

   
1.    ¿Cómo estaba divida la sociedad durante el Antiguo Régimen? Dibuja la pirámide donde se refleje dicha sociedad.

    2. Imagina que perteneces al tercer estado, piensa en un oficio o cargo concreto y cuenta, desde esa perspectiva, cómo ves tu estamento y los otros dos: los impuestos, los sueldos, desempeño de cargos... (ENTREGAR)

    3. Define Monarquía absoluta. Pon un ejemplo. Define Monarquía parlamentaria. Pon un ejemplo. (Recuerda cuáles son los tres poderes)

4. Compara el sistema de la Monarquía absoluta con el de Monarquía parlamentaria y elige el que más te guste, explicando por qué. 

5.  ¿Por qué se denomina al siglo XVIII como Siglo de las Luces o Ilustración? Resume las principales ideas del pensamiento ilustrado.

6. ¿Qué es la Enciclopedia? ¿Quiénes fueron sus principales colaboradores?

7. ¿Qué es el Despotismo Ilustrado? ¿En qué lema se puede resumir?

8. ¿Qué reyes gobernaron España durante el siglo XVIII? Elabora un cuadro con los sucesivos monarcas. 

9. Explica los principales hitos del reinado de Carlos III. Ponte en la piel del monarca y explica a tu pueblo tus principales logros, con el fin de convencerlos de tu papel como monarca absoluto. 

10. Cuenta, como si se tratara de una noticia o un cómic, lo que ocurrió durante el motín de Esquilache (ENTREGAR)

11. ¿Cuáles son los principales estilos artísticos del siglo XVIII? Busca una foto que ilustre cada uno de ellos.  Para familiarizarte con ambos estilos artísticos, pincha aquí

12. ¿Qué es la Revolución Industrial? ¿Dónde y cuándo se inició?

13.  Resume brevemente las 4 causas de la Revolución Industrial.

14.  Explica el paso de la rotación trienal con barbecho a la rotación cuatrienal sin barbecho y su importancia en Revolución Industrial. Vamos a ver este vídeo para entenderlo mejor. 

15.  Elegid, por parejas, una de las principales máquinas creadas durante este periodo y explicad todo lo relativo a sus aplicaciones, inventor, trascendencia, etc. (ENTREGAR) 

16.  Explica las causas que motivaron que las colonias desearan independizarse de la metrópoli inglesa y que condujeron finalmente a la independencia de los Estados Unidos. A continuación, cuenta el motín del té como si fuera una noticia aparecida en un periódico estadounidense (ENTREGAR)

17. ¿Cuáles fueron las causas de la Revolución francesa?

18. Elabora un esquema con las CUATRO etapas de la Revolución francesa.

19. ¿Cómo llegó Napoleón al poder? ¿Cuáles eran sus pretensiones? Con ayuda del mapa, indica los países que estuvieron bajo su dominio. 

20. ¿Por qué fracasó el ejército francés en Rusia? ¿Por qué los rusos no presentaron batalla a los ingleses? ¿Por qué Napoleón ordenó la retirada de Moscú? ¿Qué supuso para el imperio de Napoleón esta derrota?  

21. ¿Cómo consiguió Napoleón conquistar España? ¿Qué ocurrió el 2 de mayo de 1808? Cuéntalo como si se tratara de una noticia actual. (ENTREGAR)

22. ¿Qué son las guerrillas y qué importancia tuvieron en la guerra de Independencia?  Explica las batallas decisivas y el final de la guerra de la Independencia.

23.  ¿En qué consistieron las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812? ¿Cuáles son las principales ideas liberales defendidas en estos documentos?

24.  Colorea el cuadro de Goya que te facilita la profesora, busca su título y justifica a qué etapa de su pintura corresponde. 

1

PARA ESTUDIAR ESTE TEMA VAMOS A VER ALGUNOS VÍDEOS SOBRE EL PERIODO DE LA ILUSTRACIÓN.





jueves, 10 de octubre de 2024

Los ojos verdes, Bécquer (Lectura fácil)

  Los ojos verdes 

Fernando, el hijo mayor de los marqueses de Almenar, había salido a cazar por la falda del Moncayo, en Soria. Lo acompañaban Íñigo, su criado, y una partida de cazadores, caballos y perros. Fernando había conseguido darle a un ciervo. Y el ciervo, herido, había echado a correr tratando de huir. 

—Señor, no hay duda de que lo ha lastimado —dijo Íñigo—. Mire el rastro de sangre entre las zarzas del monte. ¡Ha sido un tiro perfecto! ¡Tiene una puntería extraordinaria! 

Íñigo siguió con la mirada el rastro del animal herido e hizo una pausa. 

—¡No puede ser! —exclamó asustado—.  ¡El ciervo se dirige a la fuente de los Álamos! Si no se lo impedimos, tendremos que darlo por perdido. 

Acto seguido, llamó a los demás hombres y les ordenó que intentaran cortarle el paso al animal a la altura de unos árboles que había a cierta distancia. 

Tras la orden, en los valles del Moncayo resonó el bramido de las trompas, los ladridos de los perros y las voces de los criados. Todos corrieron a atrapar al ciervo, pero no lo lograron. Cuando el perro más rápido llegó a los árboles que había señalado Íñigo,  el ciervo ya había desaparecido por un camino  que llevaba a la fuente de los Álamos. 

—¡Alto! —gritó Íñigo—. ¡Alto todo el mundo! No podemos hacer más. El destino ha querido que el ciervo se escape. 

Los hombres dejaron de tocar la trompa, los caballos se detuvieron  y los perros abandonaron la persecución a regañadientes. Fernando, el hijo de los marqueses de Almenar, se acercó a Íñigo. Por su mirada se notaba que estaba enfadado. 

—¿Qué haces, imbécil? —le gritó a su criado—-. Si no atrapamos a ese ciervo, morirá en el bosque. Yo no he venido a cazar para dar de comer a los lobos. 

 —Señor —murmuró Íñigo entre dientes—,  no podemos pasar de aquí. 

Fernando miró a Íñigo con expresión de sorpresa. 

—¿Se puede saber por qué? —le preguntó. 

—Porque ahí detrás está la fuente de los Álamos. 

Y, a continuación, Íñigo le explicó a su señor que en las aguas de la fuente habitaba un espíritu maligno. Y que ese espíritu castigaba a cualquier persona que se atreviera a tocarlas. 

—Todos los cazadores del Moncayo lo saben —añadió—, y todos se mantienen alejados de la fuente. 

Fernando escuchó las palabras de su criado y luego exclamó:  

—¡Pues yo no pienso renunciar a ese ciervo! ¡Prefiero perder la riqueza de mis padres o vender mi alma al diablo! Tal vez logre alcanzarlo antes de que llegue a la fuente. Y, si no, me da lo mismo:  no creo en supersticiones ni leyendas de pueblo.

Dicho esto, Fernando azuzó a su caballo  y ambos se alejaron hacia la fuente. Íñigo los siguió con la vista hasta que se perdieron entre la maleza. Después miró a los hombres que lo rodeaban. 

—Vosotros lo habéis visto —dijo— y sois mis testigos. He advertido a mi señor del peligro y no me ha hecho caso. Que quede claro que no soy responsable de lo que pase. No hay que jugar con el diablo. 

Pasaron los días. Íñigo estaba preocupado por su señor, Fernando. Desde que se había adentrado en la fuente de los Álamos  en busca del ciervo herido, lo veía pálido, triste, solitario. 

—¿Qué le pasa, señor? —le preguntó—.  Todas las mañanas se marcha solo a la montaña y no vuelve a casa hasta que se esconde el sol. Llega cansado, pero no ha cazado nada. ¿Qué hace tantas horas fuera de casa? 

Fernando jugaba con el cuchillo de monte y le sacaba astillas al banco de madera donde estaba sentado. Era como si no estuviese allí,  como si no escuchase las palabras del criado. Íñigo calló y se hizo el silencio. Un rato después, su señor levantó la cabeza y dijo: 

—Íñigo, tú que eres viejo y conoces bien el Moncayo, ¿has oído hablar de una mujer que vive entre sus rocas? 

—¡Una mujer! —exclamó con asombro el criado. 

—Sí, una mujer —repitió Fernando—.  Mira, Íñigo, voy a contarte un secreto. Pensaba que podría guardarlo, pero no es así. Tal vez tú me ayudes a resolver el misterio, a descubrir quién es esa criatura que solo yo he visto. Sin decir nada, Íñigo cogió su banco y se acercó a su señor. Se notaba que estaba asustado. 

—Todo cambió el día que fui a la fuente de los Álamos  —reconoció Fernando. 

Y entonces le describió a su criado lo que había visto. Le describió el nacimiento de la fuente entre unas rocas y el goteo del agua sobre las hojas de las plantas. Le describió esas gotas cristalinas,  que formaban un cauce y avanzaban a pequeños saltos  hasta desembocar en un lago. Le describió el rumor del agua, su murmullo, su música. 

—Cada día voy hasta el lago y me siento en una roca. Veo saltar el agua hacia una balsa profunda y tranquila que hay debajo —añadió Fernando—. La soledad es inmensa, pero no me siento aislado. Me acompañan los sonidos de la naturaleza, las hojas plateadas de los álamos,  las rocas firmes del monte y las ondas suaves del agua. 

Fernando hizo una pausa y continuó: 

—El día que salí corriendo tras el ciervo herido, creí ver un brillo en el fondo de esas aguas. Creí ver los ojos de una mujer. Tal vez fuera el reflejo de un rayo de sol o una de esas flores que crecen junto a las algas, no sé. El caso es que yo sentí una mirada que se clavaba en la mía, una mirada que me ha cautivado y no me deja dormir. 

Fernando le confesó a Íñigo que una tarde  se había encontrado a una mujer  en la roca donde él solía sentarse. Una mujer muy hermosa.  Tenía el cabello dorado y las pestañas le brillaban como hilos de luz.

 —¡Y sus ojos eran los mismos que días atrás yo había visto  en el fondo del agua! —exclamó Fernando—. Unos ojos… 

—¡Verdes! —lo interrumpió Íñigo. 

El criado se había levantado de un salto, aterrado. Fernando lo miró sorprendido. 

—¿La conoces? —le preguntó. 

—¡No! —respondió Íñigo—. ¡Ni quiero conocerla! Mis padres me repitieron mil veces que el espíritu de la fuente tiene los ojos verdes.  Y que castiga con la muerte al que entra en sus aguas. ¡Por favor, señor, no vuelva a ese sitio! 

La expresión de Fernando era de tristeza. 

—Íñigo, por una mirada de esos ojos  sacrificaría el amor de mi padre, los besos de mi madre y el cariño de todas las mujeres de esta tierra —dijo. 

Y lo dijo tan decidido  que nadie podría haberlo convencido de otra cosa.  Íñigo, impotente, lo miró con pena y una lágrima silenciosa se derramó por su mejilla.

 Fernando volvió a la fuente de los Álamos. Una y otra vez. Hasta conseguir lo que estaba deseando. Caía la noche y el sol se escondía tras la cumbre del Moncayo. Un viento suave gemía entre los árboles y una niebla espesa ascendía desde la superficie del lago. Fernando estaba arrodillado a los pies de una mujer, al borde de una roca que se alzaba sobre las aguas. Era una mujer muy hermosa. Tenía la piel tan blanca que parecía una estatua. Uno de sus rizos dorados le caía sobre el hombro, como un rayo de sol que acaricia las nubes. Y el brillo de sus ojos verdes hacía pensar en dos esmeraldas. 

—¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Dónde está tu casa?  —preguntó Fernando—. Contéstame, por favor. Seas quien seas, te quiero y te querré siempre. 

Cuando el joven terminó de hablar,  los labios de la mujer se movieron. Pero en vez de pronunciar alguna palabra,  solo dejó escapar un suspiro. Un suspiro débil y apagado, como un delicado soplo de brisa. 

—Vamos, contéstame —insistió Fernando—.  Quiero saber si me quieres, quiero saber si eres una mujer… 

—¿O un demonio? —lo interrumpió ella—. ¿Y si lo fuese? 

Fernando vaciló un instante. Un sudor frío le recorrió el cuerpo. Pero entonces se volvió a fijar en los ojos de aquella mujer y, fascinado, exclamó: 

—¡Si fueses un demonio, te querría de la misma manera! 

—Fernando —dijo la mujer—. Yo también te quiero. Su voz parecía música.—No soy una mujer como las demás —añadió—. Soy un espíritu y vivo en las aguas de esta fuente. Yo no castigo al que entra en ellas. Al contrario, lo premio con mi amor. Lo premio por no creer en las supersticiones de la gente. Lo premio por comprender que mi amor es de otro mundo. 

Mientras la mujer hablaba, Fernando la miraba cautivado. Su hermosura lo atraía con una fuerza desconocida. Y, sin darse cuenta, fue acercándose al borde de la roca. 

—¿Ves el fondo cristalino del lago? —continuó ella—. Esas plantas de hojas verdes nos servirán de cama. Ven, quiero hacerte feliz. La niebla es cada vez más espesa, las ondas del agua nos llaman y el viento ya canta. ¡Ven conmigo, sígueme! 

Había anochecido y la luna brillaba sobre el lago. La niebla lo envolvía todo  y los ojos verdes de la mujer resplandecían en la oscuridad. Fernando solo la oía a ella, solo veía sus ojos. La mujer le pedía que se acercase, que se pusiese a su lado.  Le estaba ofreciendo un beso. 

El joven avanzó hacia el precipicio sin darse cuenta. Dio un paso hacia la mujer y luego otro. De pronto sintió unos brazos delgados alrededor del cuello y una sensación fría en sus labios ardientes. Un beso de nieve. Fernando se tambaleó y perdió el equilibrio. Cayó al lago. Las aguas saltaron formando chispas de luz y se cerraron sobre su cuerpo. Y las ondas plateadas avanzaron hasta desaparecer en la orilla. 

miércoles, 9 de octubre de 2024

TÓPICOS LITERARIOS: MORBUS AMORIS

 MORBUS AMORIS ("El amor como una enfermedad")



El amor se manifiesta como una enfermedad, con sus propios síntomas. 
Aparece por primera vez en la obra de Safo, y se repite de distintas épocas (Catulo, Calisto y Melibea, Romeo y Julieta...)