San Juan de
la Cruz se inspiró en el Cantar de los cantares bíblico (traducido precisamente por Fray Luis de
León, que fue encarcelado por ello, aunque lo único que pretendía era situar al castellano al mismo nivel que las lenguas clásicas, apto para acoger la palabra divina) para escribir su Cántico espiritual. La relación entre ambos textos es clara.
ESPOSA:
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y eras ido.
Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas del otero,
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras
y pasaré los fuertes y fronteras.
PREGUNTA A LAS CRIATURAS:
¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado,
oh prado de verduras,
de flores esmaltado
decid si por vosotros ha pasado!
RESPUESTA DE LAS CRIATURAS.
Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura. (…)
ESPOSA:
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacerllo,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos
y solo para ti quiero tenellos.
Descubre tu presencia,
y mátenme tu vista y hermosura;
Mira que la dolencia
de amor que no se cura
sino con la presencia y la figura.
Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos.
La noche sosegada
en para de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena, que recrea y enamora. (…)
Gocémonos, Amado,
y vayámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos
y el mosto de granadas gustaremos.
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