Teresa
de Cepeda (1515-1582) participó en el proceso de profunda renovación del
cristianismo en el siglo XVI.
Santa
Teresa se adelantó a su tiempo en la defensa de los derechos de las mujeres en
el campo de la espiritualidad, entonces reservada a los hombres, y se opuso con
coraje a cualquier tipo de discriminación, sin pensar en los peligros que corría.
De hecho, la Inquisición desconfiaba de ella porque era mujer y tenía
orígenes judíos.
Como
escritora, desarrolló la corriente mística dentro de la renovación de la lírica
religiosa de su época:
Vivo sin vivir en mí,
Y tan alta vida espero,
Que muero porque no muero.
Es la más destacada representante femenina del Romanticismo
español. Su vida estuvo marcada por la añoranza de su tierra, Galicia, y su
especial sensibilidad ante el dolor. Su libro En las orillas del Sar es una atormentada confesión de su intimidad
(como ejemplo, este poema, en el que expresa su necesidad de expresar sus
anhelos de belleza y felicidad, a pesar de que la llamen “loca”)
Dicen que no hablan
las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus
rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no
es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y
exclaman:
—Ahí va la loca
soñando
Con la eterna
primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto,
bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando,
aterida, que cubre la escarcha el prado.
3.
—Hay canas en mi
cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo
soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna
primavera de la vida que se apaga
Y la perenne
frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se
agostan y aunque las otras se abrasan.
4.
Astros y fuentes y
flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo
admiraros ni cómo vivir sin ellos?
Recordar a Gloria Fuertes en el
centenario de su nacimiento, es hacer justicia a esta mujer poeta (no le
gustaba que la llamaran “poetisa”), intelectual, feminista, ingeniosa, avanzada
para su época: esta “mujer de verso en pecho” (como dice uno de sus libros).
Nota biográfica
Gloria Fuertes nació en Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi
madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce mi pilló la guerra;
A los quince se murió mi madre, se fue
cuando más falta me hacía.
Aprendía a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores,
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar
mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta,
-pero Dios y el botones saben que no lo
soy-.
Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los
calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor
natural
como las que le dan a Pemán algunas
veces.
La gente corre tanto.
La gente corre tanto
porque no sabe dónde va,
el que sabe dónde va,
va despacio,
para pedalear
el "ir llegando".
La gente corre tanto.
La gente corre tanto
porque no sabe dónde va,
el que sabe dónde va,
va despacio,
para pedalear
el "ir llegando".
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